domingo, 15 de septiembre de 2019

Mi Angel de la Guarda


Tengo tantas anécdotas para contar, en las que estoy segura, actuó mi Ángel de la guarda, he aquí tres:
Estaba admirando un mueble en el que se exponía adornos antiguos y de gran valor, de pronto levante la mano y por delante me llevé un plato de porcelana Lomonósov, lo único que atine a decir fue: “Dios mio, nooo”, entonces vi caer el plato en cámara lenta, esos instantes y asustada, pensé como podría reponer ese tesoro, pero cuando llegó al suelo, dio unos giros y suavemente se asentó en el suelo.
  • No lo podía creer, solo me salió agradecer infinitamente.

Era un día de mayo, mamita Ruth falleció unos días antes. Con todos los trámites que conlleva ser heredera (gastos de sepelio, Impuestos de sucesión, notario y demás), me gaste todo incluso los ahorros que tenía en esos momentos. A los pocos días era el cumpleaños de mi hijo y sobre la tristeza de esos días, surgió la preocupación porque no tenía el dinero suficiente para hacerle una cena con sus amigos. Con mi hija decidimos prepararle un pastel y así pasar el día entre nosotros.
Cuando me disponía a ir a mi trabajo, tuve un “presentimiento” y me dirigí al dormitorio de mamita y cogí su Biblia. OOHH Sorpresa! En medio de ella me encontré 200 dólares!!! (cantidad de sobra para organizar la cena). Llamé a mi hija y las dos nos quedamos perplejas, ya que días antes habíamos arreglado su dormitorio, hojeamos la Biblia, no vimos nada y la guardamos en el cajón de su mesita de noche sin que nada nos llamase la atención.
  • Creo que mi mamita Ruth, fue nuestro Ángel de la guarda en esa situación.

Estaba con mi pequeño nieto, tenía 8 meses y decidí llevarle a pasear, como siempre lo puse en su cochecito y bajamos en el ascensor, la plata baja era un gran hall y para salir a la calle teníamos que bajar 8 escalones y para poder bajar bien el cochecito, yo me ponía de espaldas y retrocediendo, bajaba paso a paso con el cochecito y el bebé.
Ese día, no sé qué paso, solo sentí y vi que el cochecito se ladeaba e inclinaba al lado derecho y no podía controlarlo, ese instante me asuste e imagine que mi niño iba a caer por las escaleras, entonces como siempre dije: “Dios mío, mi bebé, no por favor! “
Entonces sentí que el cochecito volvía a su lugar, sentí que una mano invisible sujetaba el cochecito para que no volcara y lo empujaba para ponerlo derecho y seguí bajando segura.
  • Yo creo que ahí estuvieron mi Ángel y el Ángel de mi niño.

MORALEJA:
Estoy segura que todos tenemos un Ángel de la guarda, pues si nos ponemos a analizar pequeñas cositas, veremos que son pequeños milagros llamados coincidencias.
© María Eugenia Rojas Alegría




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