Tengo tantas anécdotas para
contar, en las que estoy segura, actuó mi Ángel de la guarda, he
aquí tres:
Estaba
admirando un mueble en el que se exponía adornos antiguos y de gran
valor, de pronto levante la mano y por delante me llevé un plato de
porcelana Lomonósov,
lo único que atine a decir fue: “Dios mio, nooo”, entonces vi
caer el plato en cámara lenta, esos instantes y asustada, pensé
como podría reponer ese tesoro, pero cuando llegó al suelo, dio
unos giros y suavemente se asentó en el suelo.
- No lo podía creer, solo me salió agradecer infinitamente.
Era
un día de mayo, mamita Ruth falleció unos días antes. Con todos los trámites
que conlleva ser heredera (gastos
de sepelio, Impuestos
de sucesión, notario
y demás), me gaste todo incluso los ahorros que tenía en esos
momentos. A los pocos días era el cumpleaños de mi hijo y sobre la
tristeza de esos días, surgió la preocupación porque no tenía el
dinero suficiente
para hacerle una
cena con sus amigos.
Con mi hija decidimos prepararle un pastel y así pasar el día entre
nosotros.
Cuando
me disponía a ir a mi trabajo, tuve un “presentimiento” y me
dirigí al dormitorio de mamita y cogí su Biblia. OOHH Sorpresa! En
medio de ella me encontré 200
dólares!!! (cantidad
de sobra para organizar la cena).
Llamé a mi hija y las dos nos quedamos perplejas, ya que días antes
habíamos arreglado su dormitorio, hojeamos
la
Biblia,
no vimos nada y
la guardamos en el cajón de su mesita de noche sin que nada nos
llamase la atención.
- Creo que mi mamita Ruth, fue nuestro Ángel de la guarda en esa situación.
Estaba
con mi pequeño nieto, tenía 8 meses y decidí llevarle a pasear,
como siempre lo puse en su cochecito y bajamos en el ascensor, la
plata baja era un gran hall y para salir a la calle teníamos que
bajar 8 escalones y para poder bajar bien el cochecito, yo me ponía
de espaldas y retrocediendo, bajaba paso a paso con el cochecito y el
bebé.
Ese
día, no sé qué paso, solo sentí y vi que el cochecito se ladeaba
e inclinaba al lado derecho y no podía controlarlo, ese instante me
asuste e imagine que mi niño iba a caer por las escaleras, entonces
como siempre dije: “Dios mío, mi bebé, no por favor! “
Entonces
sentí que el cochecito volvía a su lugar, sentí que una mano
invisible sujetaba el cochecito para que no volcara y lo empujaba para ponerlo derecho y seguí bajando segura.
- Yo creo que ahí estuvieron mi Ángel y el Ángel de mi niño.
MORALEJA:
Estoy
segura que todos tenemos un Ángel de la guarda, pues si nos ponemos
a analizar pequeñas cositas, veremos que son pequeños milagros
llamados coincidencias.
©
María Eugenia Rojas Alegría
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