lunes, 6 de abril de 2020

Hubo un tiempo

La historia que gira en un constante antagonismo entre el bien y el mal, nos explica que, cuando DIOS creó al hombre lo lleno de dones, lo hizo rico, sabio, fuerte, feliz, inmortal. Fue hecho libre, capaz de decir no. 

Y hubo un tiempo en que cayó inducido por una serpiente, el demonio lo indujo a desobedecer y como resultado, el hombre de rico se hizo pobre, de sabio se hizo ignorante, de fuerte se volvió débil, de feliz se hizo desgraciado, de inmortal vino a ser mortal; se cubrió de sombras y dolor en todas las manifestaciones de la enfermedad, la angustia, la depresión, las envidias, los odios y la violencia.

Pero, hay un tiempo en que podemos volver a ser lo que DIOS quiere que seamos, y es muy fácil, solo tenemos que dejar nuestro ego, vivir la vida con alegría, sentir felicidad, apartar de nosotros las iras, enojos, mal genio, repitiendo el nombre de JESÚS. Él limpiará nuestra alma de todas las manchas estampadas por el pecado y la llenará de una luminosidad tan viva como el sol y seremos habitantes dignos de una tierra creada por DIOS.

Debemos servir y no servirnos, debemos dar oportunidad y no negarla, debemos respetar y no ofender, debemos orar con fervor, debemos permitir que el VERBO habite en nosotros y Él nos dirá: tus pecados te serán perdonados, levántate y anda.  



domingo, 15 de marzo de 2020

Navidades en La Paz, Bolivia


La Navidad es una época de momentos bonitos y las historias que nos cuenta mi abuelita son sorprendentes, ella recuerda cómo eran sus Navidades en La Paz, Bolivia.

Nos cuenta que la celebración de la Navidad, llegó a Bolivia en la colonia con los españoles y poco a poco las costumbres fueron cambiando.

Cuando era niña, el 24 de diciembre se tenía listo el “nacimiento” donde toda la familia participaba en su arreglo, en esa época no ponían el árbol.

La cena de celebración, consiste en un plato tradicional de Bolivia llamado “picana”, muy sabroso que incluye carne de pollo, de res, de cordero, patatas, choclos (maíz), pasas, tunta (patata deshidratada), zanahorias, nabo, ají verde, cebollas, vino, orégano, perejil, apio. Y para el postre tenían buñuelos con miel, alfajores, turrón, chocolates, panetón de Navidad, todo muy rico.

En casa de los padres de mi abuela, que son mis bisabuelos, la Noche Buena, siempre estaba lista para recibir a toda la familia y vecinos que se unían para cenar todos en una gran mesa y cuando tocaban las campanas dando las doce en punto (media noche), empezaban a explotar los “cohetillos” o petardos, anunciando el nacimiento del niño Dios, todos se abrazaban, se felicitaban y brindaban por el nacimiento de Jesús y se  preparaban para recibir a unos grupos de niños que salían esa noche para adorar al niño Manuelito.

Éstos niños llevaban ponchos y gorritos de muchos colores llamados  “lluch'us” que tienen puntas largas y caen sobre las orejas tapándolas, ellos muy alegres, cantaban y bailaban villancicos, tocando bombos, zampoñas y tambores pequeños, delante del nacimiento y luego todos les acompañaban en su canto y en su baile.

Cuando terminaban su actuación, mis bisabuelos les obsequiaban caramelos, pasteles y en una hucha les ponían dinero y así esos grupos de niños iban “adorando al Niño” casa por casa. 

Mi abuela y sus primos ya querían que se terminasen los villancicos, porque después de los estos se abrían los regalos, pero antes de recibir el regalo cada uno debía cantar y bailar frente al nacimiento, así se “adoraba al Niño”, lo hacían grandes y pequeños.

Mi abuelita también nos cuenta que los campesinos del altiplano boliviano, celebraban su Navidad construyendo el pesebre y las figuras del nacimiento hechas a mano, lo hacían con madera, paja y barro.

Los niños campesinos no recibían juguetes comprados, como los de la  ciudad, sus papás fabricaban cochecitos de madera o de latas de conservas y también algunas figuras hechas con arcilla rojiza, en eso consistían sus regalos de Navidad, tampoco había cena especial, pero los niños disfrutaban felices de sus regalos que esperaban con mucha ilusión y los compartían entre ellos con gran alegría.

Han pasado ya muchos años de esta hermosa etapa de la vida de mi abuelita, me gustó mucho cómo celebraban la Navidad. 

Pero me da tristeza los niños campesinos, porque, aunque sus padres tenían carencias económicas, los niños eran muy felices recibiendo los juguetes hechos con latas de sardinas y las figuras de arcilla que compartían todos felices en el juego. Los niños del campo nunca pedían a sus padres los juguetes comprados en la tienda.

Así mi abuela, nos enseñó que comprar cosas caras o de capricho no nos hace más felices, recibir las cosas más sencillas, es sentir el amor con que nos regalan un juguete hecho a mano y lo más importante es compartir.

© María Eugenia Rojas Alegría

Hablando con el árbol de Navidad de mi pueblo


Gabriel y José María, salieron a jugar a la plaza del pueblo de Frómista y se encontraron con un precioso pino frente al Ayuntamiento, muy bien decorado, con muchas lucecitas brillando y bolas de colores que parecían estrellas.

Los niños se quedaron sorprendidos porque nunca habían visto ese arbolito tan adornado.

Entonces el mayor, Gabriel, corrió hacia el árbol y empezó a dar vueltas a su alrededor, mientras que el más pequeño, José María, se quedó observándolo. De pronto reaccionó y se acercó al árbol, estiró los brazos para abrazar al bello pino, llamó a su hermano y los dos se quedaron un buen tiempo abrazados al tronco del árbol, empezó a nevar y los copos mágicos al caer acariciaban al árbol y a los dos niños.

Entonces José María preguntó al árbol:

¿Como hoy estás tan lindo?

Estoy lindo porque me adornaron para festejar la Navidad. Dijo el árbol.

Y cuando termine la fiesta de Navidad, te irás?

No, yo pertenezco a este pueblo, pero mis arreglos se irán a una caja para ser guardados, hasta la próxima Navidad.

Qué pena, podrías haberte quedado así con tus adornos, pero igual a partir de ahora, te daremos muchos abrazos aunque estés sin tus brillos.

Niños, podéis preguntar al Alcalde si puedo quedarme con los adornos para siempre?

Sí, lo haremos sin dudarlo.

!Gracias, muchas gracias niños!... Cómo os llamáis?

Yo me llamo José María y mi hermano es Gabriel y tú cómo te llamas?

Me llamo Abeto Coqueto.

Me gusta tu nombre porque tiene un a bonita rima.

Sabéis que el día de Noche Buena en mis ramas tendré calcetines de Navidad llenos de dulces y a mis pies muchos regalos?

!!Wooowww!! Te verás bonito.

Es verdad, me veré maravilloso y especialmente para vosotros elegiré los más bonitos regalos, porque a los amigos se les tiene que tratar muy bien.

Muchas gracias Abeto Coqueto, te prometemos que siempre te daremos agua para que sigas creciendo y llegues al cielo, treparemos por tus ramas y podremos ver al niño Dios.

Acordaos de darme siempre agua y muchos abrazos para que cumpla vuestros deseos, también os pido que reguéis a mis otros hermanos árboles y demás plantas para que purifiquemos la tierra y adornemos los paisajes.

Los niños nuevamente abrazaron al gran Abeto Coqueto y saltando se fueron a casa para esperar con mucho deseo y cariño la Navidad.

© María Eugenia Rojas Alegría