Pensó un día un lobo cambiar su
apariencia para así facilitar la obtención de su comida. Se metió entonces en
una piel de oveja y se fue a pastar con el rebaño, despistando totalmente al
pastor.
Al atardecer, para su protección,
fue llevado junto con todo el rebaño a un encierro, quedando la puerta
asegurada.
Pero en la noche, buscando el
pastor su provisión de carne para el día siguiente, tomó al lobo creyendo que
era un cordero y lo sacrificó al instante.
Moraleja:
Según hagamos el
engaño, así recibiremos el daño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario