sábado, 24 de agosto de 2019

El caso de María


María una chica atractiva y graciosa, se casó muy joven, quería conocer mundo y liberarse de la sobreprotección de sus padres.

Tuvo hijos, formó una bonita familia, los amigos decían que eran la pareja perfecta, eran muy populares, eran el centro de su comunidad, siempre organizando actividades para compartir con todos sus amigos y vecinos.

Así fue pasando el tiempo, varios años, María, debajo de aquella apariencia de felicidad guardaba un sentimiento de decepción ya que vivía una situación nada agradable para ella, era hostigada por su marido, él sentía celos.

Pero aquellos celos eran infundados y además eran elaborados por él mismo, por ejemplo, en las fiestas que tenían, el marido siempre invitaba a sus amigos a bailar con María y ellos encantados, cómo no bailar con ella; cuando todo terminaba, su marido empezaba a expresar sus sentimientos de ira, fundados en sus horribles celos y otra vez surgía conflicto.

María llevaba esa situación en secreto y tal vez como asumiendo que era su culpa, ya que cuando iba a casarse, su mamá, que estaba en contra de ese matrimonio, le dijo,

  • “Como no escuchas razones ni consejos, si tienes problemas en tu matrimonio, los tendrás que asumir solita y sin quejarte.”
Ese gran secreto abrumaba grandemente a María, hasta que no pudo más y con mucha vacilación contó a su madre lo que estaba ocurriendo, su mamá le reclamó la falta de confianza y porque no se lo había comunicado desde el principio, que si le había dicho esas frases antes de casarse, era para ver si reaccionaba y posponía la boda.

María, infructuosamente, planteó el divorcio a su marido, pero este siempre convencía a la suegra que iba a cambiar, que amaba a María con toda el alma y así una y otra vez la madre convencía a su hija, para que le diera otra oportunidad.

En esta ocasión, el esposo de María reservó mesa en un bonito restaurante para celebrar la reconciliación con una cena.

Él pidió el mejor vino para brindar, pero vaya sorpresa, cuando estaban degustando la cena, él tiró la servilleta al lado de ella, como para que María la recogiese, en ese mismo instante que ella se agachó para coger la servilleta, percibió por el rabillo del ojo que su marido echaba algo en su copa, fueron instantes, ella un poco confundida no dijo nada, pasaron unos minutos y él sugirió hacer el brindis, pero María aún sorprendida por lo que había visto, decidió no beber de la copa y pidió una Coca Cola, pero el esposo insistía en que bebiese el vino y ante tanta insistencia ella dijo que cambiasen las copas y que fuera él que bebiera de la copa de María, y vaya cosa rara, él se negó rotundamente diciendo que cada quien con su copa.

Esa contestación levantó sospechas en María, quién llamó inmediatamente al camarero para decirle que retirara esa copa de vino y dijo a su marido que ella tomaría solo el refresco. Él se mostró contrariado y ella ya no insistió más sobre el asunto y dejó que la velada siguiese su curso.

Al llegar a casa, María convocó una reunión familiar, se reunieron todos, la mamá, los hijos y por supuesto, el marido.

Todos pensaron que María iba a comunicar que el matrimonio seguía y que ya no se hablaría más de divorcio, pero se quedaron estupefactos con lo que escucharon.

Dijo María:

  • Mamá, quiero por favor que metas la mano en el bolsillo derecho de la chaqueta de mi marido y saques todo lo que guarda ahí.
En ese instante el esposo se puso de pie y dijo que no dejaría hacer eso a su suegra, y ella dijo:

  • Pero, porque? Que pasa aquí?
  • Madrecita, hoy en la cena, él sacó un sobre de su bolsillo y echó algo en mi copa y luego insistió repetidamente en que tomase el vino, pero yo no lo tomé y cuando le dije que cambiásemos las copas, él no quiso hacerlo y se calló.
  • Ahora, yo quiero saber qué echaste en mi copa y quiero que lo digas delante de mi madre y mis hijos.
Se hizo un silencio, él no respondió y cogiendo su abrigo se fue de casa… Para siempre!!

Moraleja:

Aprende a distinguir los celos “normales” de pareja y los celos patológicos, aunque los dos tipos son malos, pero los últimos son un grave problema porque son destructivos para cualquier relación.


© Maria Eugenia Rojas Alegria
#MariaEugeniaRojasAlegria

EL CASO DE MARIA
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