jueves, 27 de octubre de 2011

El túnel de luz


Un día de noviembre, al salir sus papás del cine, en tanda, la mamá se puso malita y la llevaron rápidamente a la maternidad, a las 23:00 nació un niña ochomesina.

Esta niña creció bajo la luz del amor y sin carecer de nada, fue educada y formada de la mejor manera con el amor de sus padres, fue hija única.

Cuando se convirtió en una señorita, la muy mimada, era muy vanidosa, presumida y caprichosa, todo lo quería tener y ser la primera en lucir.

Dentro del grupo de sus amigas, fue la primera que se casó. La primera en tener niños.

Tenía dotes de líder, por lo que siempre la nombraban representante de donde estuviere,  no había puerta que se le cerrara, imponía con su personalidad.

Siempre a la moda, peluquería dos veces por semana, un maravilloso trabajo, una casa preciosa, coche, zapatos a juego con la cartera, el vestido, el maquillaje, las joyas, siempre luciendo lo último.

Era presumida...

Pero, un día sucedió lo peor, algo que para ella era impensable, tuvo un grave accidente, entró en coma, la desahuciaron, la llevaron al mejor hospital fuera de su país, sus amigos pensaron que había muerto, rezaban el rosario y daban misa por su alma.

Entró en el túnel de luz, pero Dios quiso que no lo siguiera, después de muchos días, salió  del coma, milagrosamente volvió a Vivir, nadie en ese hospital  daba crédito a lo que estaba pasando.

Fue tanta la impresión, que hubo una persona de la Pastoral, que dejando todo  se consagró, al Señor y hoy es sacerdote.

Después de haber salido airosa de 28 operaciones de mucho riesgo, la protagonista, se dio cuenta de que todo lo vivido anteriormente, ahora ya  no tenía sentido.

Lo material, por muy valioso y suntuoso que sea, al final no vale nada, porque no te lo puedes llevar.

Se dio cuenta de que las acciones son las únicas que acompañan hasta el más allá.

Aprendió a ser humilde, dejó el lujo y los caprichos, aprendió a mirar con el corazón y lo más importante, aprendió que, al abrir los ojos por las mañanas debe dar gracias a Dios por el nuevo día, aprendió a valorar las cosas maravillosas de la naturaleza, esa florecilla pequeñita, escondida entre la hierba,  las voces de cada animal, el sol y la lluvia que dan vida, las estrellas y la luna que velan nuestro sueño.

Aprendió que la vida debe vivirse a cada instante, aprendió la fórmula de los valores humanos, aprendió que sus Acciones deben tener muchos Conocimientos y practicarlos con Bondad, aprendió a Amar con todas las fuerzas de su corazón, aprendió a decir a cada uno de sus seres  queridos cuanto les ama, sin importar si lo dice muchas veces al día, aprendió a pedir perdón, todo eso aprendió.

Esa niña ochomesina, presumida, desahuciada, que volvió a la vida milagrosamente, ahora es una mujer feliz y agradecida.

A ti que eres una persona muy especial para mí, te digo que lo material no tiene tanto valor como lo espiritual, para qué tantas peleas, desamor,  guerras, tanta maldad, tanto odio, tanta lujuria, si cuando te vas solo llevas tus acciones?

© Maria Eugenia Rojas Alegria






4 comentarios:

Nómada planetario dijo...

Es terrible que tenga que ocurrir un suceso duro para darse cuenta de la realidad.
Saludos.

María Eugenia Rojas Alegría dijo...

Nómada, eso es muy cierto, casi siempre tiene que ocurrir algo grave para abrir los ojos, pensamos que somos inmortales, que es a los demás que les pasa cosas, en fin, somos chiquitines y muy frágiles.
Un abrazo, con mucha luz.
Mau

Josan dijo...

Primero felicitarte por tu blog, y segundo decirte que tenemos mucho que aprende de tu relato, en fin que me ha gustado mucho María Eugenia, Josan

María Eugenia Rojas Alegría dijo...

Josan, bienvenido a mi rinconcito y muchas gracias por tu comentario.
Un abrazo lleno de ternura.
Mau