miércoles, 24 de octubre de 2018

EL CASO DE MARIA



María se casó muy joven era muy atractiva, divertida y sociable, quería conocer mundo y liberarse de la sobreprotección de sus padres.

Tuvo hijos, formó una familia envidiable, los amigos decían que eran la pareja perfecta, eran muy populares, eran el centro de su comunidad, siempre organizando actividades para compartir con todos sus amigos y vecinos.

Así fue pasando el tiempo, varios años, María, debajo de aquella apariencia de felicidad guardaba un sentimiento de decepción ya que vivía una situación nada agradable para ella, era hostigada por su marido, el sentía celos.

Pero aquellos celos eran infundados y además eran elaborados por él mismo, por ejemplo, en las fiestas que tenían, el marido siempre invitaba a sus amigos a bailar con María y ellos encantados, cómo no bailar con la reina del baile, cuando todo terminaba su marido, empezaba a expresar sus sentimientos de ira fundados en sus horribles celos y otra vez el surgía conflicto.

María llevaba esa situación en secreto y tal vez como asumiendo que era su culpa, ya que cuando iba a casarse, su mamá, que estaba en contra de ese matrimonio, le dijo:

  • -         Como no escuchas  razones ni consejos, si tienes problemas en tu matrimonio, los tendrás que asumir solita y  sin quejarte.


Ese gran secreto abrumaba grandemente a María, hasta que no pudo más y con mucha vacilación contó a su madre lo que estaba ocurriendo, su mamá le reclamó la falta de confianza y porque no se lo había comunicado desde el principio, que si le había dicho esas frases antes de casarse, era para ver si reaccionaba y posponía la boda.

María, infructuosamente, planteó el divorcio a su marido pero, este siempre convencía a la suegra que iba a cambiar, que amaba a María con toda el alma y así una y otra vez, la madre de María convencía a su hija, para que le diera otra oportunidad.

En esta ocasión, el esposo de María reservó mesa en un restaurante lujoso para celebrar con una cena la reconciliación, pidió el mejor vino, pero vaya sorpresa, cuando estaban degustando la cena, él tiró la servilleta al lado de ella, como para que María la recogiese, en el mismo instante que se agachó para coger la servilleta, percibió por el rabillo del ojo que su marido echaba algo en su copa, fueron instantes, ella un poco confundida no dijo nada, pasaron unos minutos y él sugirió hacer un brindis, pero María aún  sorprendida por lo que había visto, decidió no beber de la copa y pidió una Coca Cola, pero el esposo insistía en que bebiese el vino y ante tanta insistencia ella dijo que cambiasen las copas y que fuera él que bebiera de la copa de María, y vaya cosa rara, él se negó diciendo que cada quien con su copa.

Esa contestación levantó sospechas en María, pero ya no insistió más y dejó que la velada siguiese su curso.

Al llegar a casa, María convocó una reunión familiar, se reunieron todos, la mamá, los hijos y por supuesto el marido.

Todos pensaron que María iba a comunicar que el matrimonio seguía y que ya no se hablaría más de divorcio, pero se quedaron estupefactos con lo que escucharon.

Dijo María:

  • -         Mamá, quiero por favor que metas la mano en el bolsillo derecho de la chaqueta de mi marido y saques lo que haya ahí.

En ese instante el esposo se puso de pie y dijo que no dejaría hacer eso a su suegra, y ella dijo:

  • -         Pero, porque? Que pasa aquí?

  • -         Madrecita, hoy en la cena, él sacó un sobre de su bolsillo y echó  algo en mi copa y luego insistió repetidamente en que tomase el vino pero yo no lo tomé y cuando le dije que cambiásemos las copas, él no quiso hacerlo y se calló. Ahora, quiero saber qué echaste en mi copa y quiero que lo digas delante de mi madre y mis hijos.


Se hizo un silencio, él no respondió y cogiendo su abrigo se fue de casa… Para siempre.

© Maria Eugenia Rojas Alegria

Moraleja:

Aprende a distinguir los celos normales y los patológicos, estos últimos son destructivos para cualquier relación, todo con exceso es malo, hasta en el amor…








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